Siento y concibo el arte como irrefrenable pulsión, necesaria, vital para mi existencia. La creatividad obsesiva como remedio a la mediocridad, al tedio, al dolor, la tristeza, incluso a la demencia, también como un compromiso humano y político. Me es imposible vivir sin la creación artística como alimento. Sin imaginación, sin fantasía no hay alternativa a la realidad cuando es adversa, sin arte no hay redención.